domingo, 20 de marzo de 2011

CIRCO MÁXIMO

El Circo Máximo (en latín Circus Maximus, la pista de carreras mayor) era una antigua pista de carreras, lugar de reunión para espectáculos populares situado en Roma.
Situado en el valle entre los montes Aventino y Palatino. La primera instalación fue obra del primer rey etrusco de Roma, Tarquinio Prisco (616-579 a.C) después del histórico rapto de las Sabinas el lugar fue utilizado primero para juegos públicos y entretenimientos por los reyes etruscos de Roma.

Algo después, el Circo fue el lugar destinado a los juegos y fiestas públicas tomados de los griegos en el siglo II a. C. La demanda de entretenimientos populares a gran escala por parte de la ciudadanía romana llevó a Julio César a ampliar el Circo sobre el 50 a. C., tras lo cual la pista medía aproximadamente 600 metros de largo, 225 metros de ancho y podía albergar a unos 150.000 espectadores sentados (muchos más, quizá un número parecido, podían ver los juegos de pie, agolpados en filas sobre las colinas adyacentes). En el 81 dC, el Senado construyó un arco triple en honor de Tito junto al extremo este. El emperador Domiciano conectó su nuevo palacio del Palatino al Circo para poder ver más fácilmente las carreras. Más tarde Trajano añadió otros 5.000 asientos y amplió el palco del emperador para incrementar su visibilidad pública durante los juegos. 

El acontecimiento más importante celebrado en el Circo era la carrera de carros. En la pista cabían hasta 12 carros y los dos lados de la misma se separaban con una mediana elevada llamada la spina. Las estatuas de varios dioses se colocaban en la spina y César Augusto también erigió el obelisco egipcio de Ramsés II en ella en el 10 aC ( que hoy en dia se encuentra en la Plaza del Popolo). En el 357, Costanzo II añadio un segundo obelisco de Thutmosis III (hoy en la plaza de San Giovanni Laterano). En cada extremo de la spina estaba colocado un poste de giro, la meta, en torno al cual los carros hacían peligrosos giros a gran velocidad. Un extremo de la pista se alargaba más que el otro, para permitir que los carros se alinearan al comienzo de la carrera. Allí había verjas de salida o carceres, que escalonaban los carros para que todos ellos recorrieran la misma distancia en la primera vuelta.

Se conserva muy poco del Circo, con la excepción de la pista de carreras, hoy cubierta de hierba, y la spina. Algunas de las verjas de salida se conservan, pero la mayoría de los asientos han desaparecido, sin duda por haber sido empleada la piedra para construir otros edificios en la Roma medieval. Las excavaciones del Circo comenzaron el siglo XIX, seguidas de una restauración parcial, pero siguen pendientes algunas excavaciones verdaderamente exhaustivas de su suelo.


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