domingo, 14 de noviembre de 2010

PERIODOS DE LA HISTORIA DE ROMA



MONARQUÍA
Esta etapa de la historia de Roma va desde su fundación hasta el 509 a.C, según relata la tradición.  Hubo en total siete reyes: Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Tarquino el Antiguo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio, los cuatro primeros de origen sabino y los tres últimos de origen etrusco. Los cuatro primeros son los llamados reyes legendarios, porque no hay certeza histórica de que existieran en realidad.
Su forma de gobierno constaba con muchos óraganos, y cada uno cumplía una función.
El Senado era la asamblea de los patres o ancianos, descendientes de los primeros fundadores de Roma. Primero fueron 100 miembros y luego su número se elevó a 300. Ejercían función consultiva.
Siendo la religión el eje vertebral de la vida política y social romana, no faltaron instituciones que la representaran.
El Rey fue el supremo sacerdote e intérprete de la voluntad divina, pero además existieron tres organismos destinados a este tema, dentro de los colegios sacerdotales: El Colegio de los Pontífices, el Colegio de los Augures y el Colegio de los Feciales.
El Colegio de los pontífices, era el centro y motor del culto público oficial. Vigilaba el cumplimiento de los preceptos religiosos, castigaba los delitos contra la religión, controlando actos de índole privada pero de interés social, como las adrogaciones (adopción de un pater por otro pater, llamándose pater al jefe familiar, antecedente genético, por vía masculina, vivo, más antiguo), los matrimonios y los testamentos.
El Colegio de los Augures tenía como misión consultar la voluntad de los dioses, cuando se tratara de realizar algún acto trascendental para la vida político-institucional de la ciudad, mediante el examen de los fenómenos de la naturaleza, como la posición de los astros, las entrañas de los animales o el vuelo de las aves.
El Colegio de los Feciales estaba compuesto por 20 miembros, pertenecientes a la más alta aristocracia, ocupándose de la política exterior del estado.  

esquema sobre la forma de gobierno durante la monarquía.

El último rey, Tarquino el Soberbio, fue un tirano, que originó un levantamiento de la nobleza, a la que apoyaron las clases populares, dando fin a la Monarquía y comenzando otro período histórico: la República en el año 509 a.C.

REPÚBLICA
Tras la caída de la Monarquía, por una revolución, asumen el poder, Bruto y Tarquino Colatino, dando origen al Consulado. El poder político quedó en manos de los patricios, que organizaron un gobierno que trató de evitar la concentración de los poderes del estado, dividiéndolo en magistraturas. Estas eran electivas (el magistrado nombra al magistrado), anuales (a diferencia de las monarquías que eran vitalicias), y colegiadas, pues las desempeñaban dos o más titulares. Eran gratuitas, o sea, que para ocupar algún cargo debía tratarse de una persona adinerada.
Los principales magistrados eran los Cónsules, en número de dos, que gobernaban alternativamente, pero mientras uno ejercía el poder el otro también opinaba. En caso de desacuerdo, predominaba la idea del opositor, quien ejercía la intercessio, o sea, el derecho a veto. Los Cónsules dirigían el Estado y en tiempos de guerra, eran jefes del ejército.
El resto de los cargos era desempeñado por los siguientes magistrados, al principio todos patricios:
La Pretura: La integraban dos Pretores, que tenían por función, principalmente, la de administrar justicia, ordenando y dirigiendo el proceso, pero no dictaban sentencia, ya que esto último era atributo del Juez.
La Cuestura: Integrada por diez miembros, que administraban el tesoro público y sustanciaban los procesos capitales, como los que derivaban del parricidio, o de cualquier otro, que tuviera como sanción la pena de muerte.
La Edilidad Curul, formada por diez integrantes, tenían funciones de inspección y policía.
La Censura, se componía de cuatro censores, que duraban dieciocho meses en sus funciones. Eran elegidos por los Comicios Centuriados, a propuesta de los Cónsules, cada cinco años, para hacer el censo de los ciudadanos de acuerdo con su fortuna. Nombraban a los Senadores y podían removerlos en caso de mala conducta.
Existía también una magistratura extraordinaria: la Dictadura, designada en caso de peligro exterior o de grave conmoción interna, para lo cual el Senado dictaba un senadoconsulto, autorizando a los Cónsules a nombrar un Dictador, que nunca debía ocupar el cargo por más de seis meses. El nombramiento de un Dictador, significaba la suspensión de las demás magistraturas ordinarias.
Existía una carrera de los honores. Se iniciaba, para los ciudadanos, sirviendo en el ejército, como Tribunum Militum, o sea, como Comandante o Jefe de legión. A los 27 años, se podía aspirar a la Cuestura; a los 40, a la Pretura y a los 43, al Consulado. La Edilidad Curul, generalmente se ejercía entre la Cuestura y la Pretura.
Además de las magistraturas, seguían existiendo las dos instituciones que habían nacido con la Monarquía: el Senado y los Comicios.
El Senado adquirió en este período gran poder, por ser sus miembros vitalicios, a diferencia de los magistrados, recayendo por lo tanto, en ellos, la responsabilidad de la continuidad política de Roma. El número de sus miembros fue aumentando, ya que en los comienzos de la República fueron trescientos, en época de Syla, seiscientos, elevándose con Julio César, a novecientos, llegando a ser mil, en época de Marco Antonio.


Las funciones del Senado republicano fueron las de negociar tratados de paz o declarar la guerra, juzgar e imponer castigos a los magistrados, a quienes también asesoraban, supervisar el culto, las finanzas públicas y dictar senadoconsultos, decisiones tomadas en sesiones públicas, donde votaban todos los Senadores, en virtud de propuestas de los magistrados, quienes generalmente acataban estas decisiones, que sin embargo, recién tendrán fuerza de ley, o sea, serán obligatorias, en la época imperial.
Los Comicios, reuniones populares, se dividían en:
Comicios por Curias: Estaba integrado sobre la base de las tres tribus originarias que formaron Roma, teniendo por función dar solemnidad a la designación de los principales magistrados y ejercer el control sobre actos relacionados con la organización familiar.
Comicios por Centurias: creados por el Rey Servio Tulio, que los organizó de acuerdo a la fortuna de sus miembros, votaban las leyes y elegían los magistrados superiores.
Comicios por tribus: organizados según el lugar de su residencia, designaban a los funcionarios inferiores, adquiriendo posteriormente, poder legislativo, función que irá creciendo en detrimento de la misma facultad que hasta entonces, contaban los comicios por centurias.
En este período se agudizó el conflicto patricio-plebeyo, y estos últimos van conquistando crecientes derechos. Se logra la creación del tribunado y edilidad plebeyos, luego del retiro al monte Sacer (495 a. C.), culminando sus conquistas con la llegada del plebeyo Tiberio Coruncanio al Pontificado máximo (300 a. C.).
Roma se extendió por las conquistas, sobre todo, luego de las guerras púnicas, contra Cartago. Las continuas guerras implicaron el empobrecimiento de la población, por los altos tributos que debían abonarse, para mantener los ejércitos. Los campesinos debieron desprenderse de sus tierras, a favor de los patricios, formándose grandes latifundios. Las reformas agrarias, que intentaron realizar los hermanos Graco, resultaron infructuosas, quedando el pueblo dividido en tres grupos: a) La aristocracia terrateniente, b) Los acaudalados comerciantes y c) El proletariado empobrecido.
En los últimos años de la República, se produjeron guerras civiles, originadas por la aparición de dos caudillos, con intereses contrapuestos: Mario y Syla.
En el año 100 a. C., el Cónsul Cayo Mario, se inclinó por la defensa de los intereses de la nobleza, luego de haber sido defensor de la plebe, cayendo su gobierno en el desprestigio.
En el año 90 a. C., Syla, de origen noble, ex lugarteniente de Mario, fue proclamado por el Senado, Dictador, encargado de dictar leyes y organizar la Constitución.
En el año 60 a. C. se formó el Primer Triunvirato, conocido con el nombre de “Monstruo de tres cabezas” formado por Julio César, el estadista, Pompeyo, el militar, y Crasso, el capitalista. Crasso murió y Pompeyo intentó derrocar a Censar, pero éste lo derrotó en los campos de Farsalia (48 a. C.).
Julio César asumió el mando, siendo designado dictador perpetuo, asumiendo paulatinamente, todo los poderes, hasta convertirse en el Divino Protector de Roma.
Julio César fue asesinado en el año 44 a. C., disputándose a sucederlo, Marco Antonio, amigo y colaborador de César, y Cayo Octavio, que había sido adoptado como hijo por Censar. Ambos formaron junto a Lépido, el Segundo Triunvirato.
Eliminado Lépido, Antonio y Octavio, se repartieron los territorios, correspondiéndole a Antonio el Oriente y a Octavio el Occidente, pero en la batalla de Actium, Octavio venció a Antonio, quedado como jefe absoluto. Así comienza el Imperio, en el año 27 a. C. con la asunción de Octavio como emperador, con el título de Augusto.



IMPERIO
Comenzó en el año 27 a. C., al otorgársele a Octavio el título de Augusto. El Senado le concedió el carácter de imperator a perpetuidad, padre de la patria y primero de los senadores (Princeps Senatus). Fue considerado hijo del César divinizado, y se le otorgó poder consular a perpetuidad. Bajo el mantenimiento de las formas republicanas, se va avanzando paulatinamente a un sistema de poder monárquico y militarista.
Tenía potestad censoria, que le permitía confeccionar la lista de los senadores, y contaba con la auctoritas, por la cual auxiliaba a todos los demás funcionarios. Así dirigía la política exterior, dictaba normas, llamadas constituciones imperiales, acuñaba moneda y proponía candidatos para las magistraturas (que van desapareciendo, a medida que sus funciones van a ir desempeñándose por nuevos funcionarios designados por el emperador).
Los Comicios prácticamente desaparecieron, adquiriendo el Senado, potestad legislativa, además de elegir a los magistrados. Su función se vio reducida a consagrar, por aclamación, al Emperador y los magistrados, con un carácter de mero formalismo.
A este período se lo conoce con el nombre de Alto Imperio, sucediéndose luego de Augusto, cuatro dinastías de emperadores: la de los Julio-Claudios, conformada por los sucesores de Augusto, la de los Flavios, la de los Antoninos y la de los Severos.
Todos gobernaron con un poder casi absoluto, basado fundamentalmente en el ejército. Las fronteras del imperio se siguieron expandiendo, anexándose, Mauritania, en el norte de África en el año 37, Inglaterra en el año 84 y Dacia en el año 105.
Durante el gobierno de Augusto, se piso fin a las guerras civiles, y comenzó a vivirse en orden, seguridad y prosperidad, con gran florecimiento artístico y cultural, conociéndose esta etapa como de la pax romana.
La máxima extensión del Imperio fue alcanzada con Trajano, quien venció a los partos y conquistó en el año 117, Armenia y la Mesopotamia.
Las distintas provincias incorporadas a la dominación romana se dividieron en senatoriales e imperiales. Las primeras, estaban bajo la administración del Senado, siendo las ya pacificadas. Las segundas, estaban bajo el control del Emperador, que designaba a sus gobernantes. Allí se encontraban las legiones.
Al estar dividida la potestad provincial entre el Príncipe y el Senado, se ha hablado de una diarquía (en griego: dos poderes soberanos). Sin embargo, al ser el Emperador el que otorgaba la función senatorial, lo controlaba.
La ciudad más importante del imperio, era Roma, su capital. En ella se manifestaba una gran opulencia, donde los miembros del orden senatorial y los ricos caballeros habitaban en los domus, residencias muy lujosas, aunque la mayoría de la población vivía muy modestamente, en los insulae, casas de inquilinato de hasta cuatro pisos, inseguras e incómodas.
Con la muerte de Alejandro, en el año 235, terminó la dinastía de los Severos, y el imperio se sumergió en la anarquía. El gobierno en muchos casos, estuvo a cargo de jefes militares, que gobernaban poco tiempo, sucediéndose gran cantidad de gobernantes que en seguida eran derrocados, por otro jefe militar más poderoso.
El Bajo Imperio, o Dominado, llamado así, porque al frente del poder se hallaba un Dominus (dueño y señor), un rey con características de divinidad, comienza con Diocleciano, que gobernó entre los años 284 y 305, estableciendo el sistema de la tetrarquía y pacificando el territorio. El imperio fue dividido en una zona occidental, bajo su gobierno, y en otra oriental, a cargo de Maximino, ambos con el título de Augustos, pero eligiendo un César, cada uno, configurándose cuatro poderes imperiales.
Luego de veinte años de gobierno o a causa de su muerte, los Augustos eran reemplazados por los Césares, que a su vez, elegían sus Césares. Para evitar las disputas entre los poderes políticos y militares, puso en la conducción de los ejércitos, que duplicaron sus miembros, a militares, independientes del gobierno civil de las provincias.
Aumentó la burocracia y la centralizó. Acrecentó, al subdividirlas, el número de provincias, todas dependientes del Dominus, agrupadas en diócesis gobernadas por vicarios.
Durante su gobierno se persiguió a los cristianos ferozmente, disponiéndose por edicto la obligación del culto imperial. Templos y libros fueron destruidos y los cristianos padecieron la cárcel y torturas.
En el año 311, Galerio, dictó el Edicto de tolerancia, y en año 313, se promulgó el Edicto de Milán que proclamaba la neutralidad del estado en materia religiosa.
Con Constantino se divide el Imperio, para su mejor gobierno, en cuatro prefecturas: Oriente, Iliria, Italia y las Galias.
Este emperador siguió el avance hacia la Roma cristiana convocando al Concilio de Nicea, primer concilio ecuménico.
En el año 395, Teodosio I, divide el Imperio entre sus dos hijos: Honorio, a quien le correspondió el imperio de Occidente, con capital en Roma y Arcadio, a quien le correspondió el de Oriente, con capital en Constantinopla.
La crisis sobrevino a raíz del aumento de los gastos originados en un estado burocrático y militarizado y la presión de los pueblos bárbaros por ingresar a las fronteras imperiales, los que fueron en muchos casos admitidos para tareas rurales y prestar servicios militares.
En el año 476, el Imperio de Occidente, cayó en poder de los pueblos bárbaros. El de Oriente, más sólido económicamente, subsistió hasta 1453, en que Constantinopla cayó en poder de los turcos otomanos.


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